Capítulo 42 Golpéame hasta que ya no estés enojada
—Ya basta, dejen de pelear,— dijo Lila corriendo hacia nosotros, intentando separarnos con prisa.
Con resignación, comentó: —Antes se llevaban tan bien, ¿cuándo empezaron a pelearse cada vez que se ven? Realmente esto me preocupa muchísimo.
Yo solté una risa despectiva: —No tenía ganas de pelear con él, es él quien siempre está buscando problemas por Almira.
—¿Cuándo te hemos buscado problemas? Si no hubieras hecho algo para sentirte culpable con Almi, ¿por qué habría...?
—¡Dejen de pelear ya!
Almira, que había estado llorando en silencio, de repente habló. Se levantó de la cama temblorosa y caminó hacia nosotros, mirándome con ojos llenos de lágrimas.
—Lo siento mucho, Serafina, fue mi culpa, no debería haber hablado sin saber la verdad.
—Fue mi error, golpéame si eso te hace sentir mejor, no me resistiré.
De repente, Almira tomó mi mano y se golpeó en la cara con ella. Sin tener compasión alguna, aproveché la fuerza del momento para darle una bofetada fuerte.
Un son

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