Capítulo 146
En aquella reunión había tanta gente y Ana también los había visto.
Pero los únicos que se atrevían a llamar directamente a Javier eran José y David.
Ana miraba con nerviosismo.
David, como si al fin hubiera encontrado la oportunidad perfecta para atacar a Ana, habló en ese momento: —¿Lo ves? Hay muchísimas mujeres que sienten atracción por Javier, mujeres excelentes por todas partes; todas mejores que tú. Ana, ¿todavía te atreves a intentar seducir a Javier? ¿De verdad crees que estás a su altura?
Ana estaba mirando hacia aquel lado cuando, al oír las palabras de David, giró la cabeza y dijo en voz baja: —El abuelo Pablo dice que sí estoy a su altura. Además, no se trata de eso; si a Javier le gusta alguien, hasta una mendiga le basta y si no le gusta, ni la más extraordinaria servirá de nada.
David replicó, molesto: —Pero nosotros, los de familias ricas, ¿crees que alguno puede ser completamente libre? El matrimonio, la mayoría de las veces, se basa en los intereses, en el beneficio

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