Capítulo 174
Ana corrió rápidamente hacia adelante, sin tener tiempo siquiera de recoger la barra de acero que había arrojado al suelo.
Se lanzó directamente, agarrando con las manos desnudas el cuchillo corto que el hombre intentaba clavar en Javier.
El filo cortó de inmediato la palma de Ana, pero ella ignoró por completo la herida y, con una fuerza brutal, le arrebató el arma al oponente. Ambos comenzaron a luchar cuerpo a cuerpo.
El hombre no era débil, pero Ana era realmente fuerte. Poseía una energía y resistencia extraordinarias; no temía al dolor y utilizaba todos los medios posibles.
Embistió, arañó, mordió, como una bestia desesperada que lucha por su vida, haciendo todo lo necesario para acabar con su enemigo.
El mayor deseo de Pablo siempre había sido que Javier pudiera vivir en paz.
Ella le había prometido protegerlo.
Y aquel hombre había osado herirlo de esa manera.
La sangre se esparcía por todas partes; era imposible distinguir si pertenecía a Ana o al otro.
Javier, que hasta entonc

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