Capítulo 1
—Anita, al salir del pueblo, debes cuidarte bien.
—Anita, no gastes toda tu beca en el Colegio Público Los Pinares. Vas a estudiar en AeroEstrella, y allá no es como nuestro pueblo; dicen que la matrícula, la comida y el alojamiento son carísimos.
En aquel rincón apartado, los vecinos se reunían para despedir a una bonita muchacha.
La joven vestía con modestia: una camiseta blanca y unos vaqueros desteñidos por tanto uso.
Llevaba el pelo largo recogido en una coleta alta; tenía los ojos grandes, la nariz respingona y un rostro delicado con un leve toque de redondez infantil, lo que la hacía parecer tierna, bonita y encantadora.
Ana cargaba una mochila enorme y llevaba varios bultos más. Subió al autobús con destino a AeroEstrella y, sentándose junto a la ventana, agitó la mano hacia todos con una sonrisa radiante.
—Regresa ya, y recuerda avisarle a Juan de que la escuela aguante un poco más, que los niños no pueden quedarse sin estudiar. Cuando yo empiece a trabajar y ganar dinero, enviaré lo que pueda a la escuela.
Criada en el campo, Ana había logrado ingresar en una universidad de AeroEstrella y, así, salir de su pueblo.
Aunque todavía faltaba para que empezaran las clases, Ana se apresuraba a ir a AeroEstrella para encontrarse con aquel hombre que durante tantos años había financiado sus estudios, Pablo.
Y, de paso, casarse con su inútil nieto …
…
Para ahorrar dinero, Ana viajó tres días y dos noches en un tren de asientos duros hasta llegar a AeroEstrella.
En el lugar acordado, se encontró con Pablo, vestido con traje. Lucía tan afable como ella lo había imaginado.
Pablo le sonrió de oreja a oreja y preguntó: —Anita, ¿de verdad has aceptado casarte con mi nieto, que es tan inútil?
Ana no dudó; se dio una palmada en el pecho y respondió con entusiasmo: —¡Es en serio!
Lo había meditado con seriedad: los favores se agradecen, y las deudas de gratitud se pagan.
Pablo llevaba décadas ayudando a los niños del campo a estudiar, y ella había sido una. Un gesto tan grande, sin duda, debía devolverse.
Pablo siempre repetía que su nieto era un bueno para nada: con veintiocho años encima y aún sin casarse, daba hasta lástima.
Ella sentía que debía ayudar al abuelo Pablo.
Después de todo, en el pueblo mucha gente se casaba simplemente conociéndose a través de una presentación.
A los ojos de Ana, que dos personas desconocidas se casaran era algo del todo normal.
Cuanto más la miraba Pablo, más le gustaba esa muchacha. Llevaba años financiando a estudiantes de las montañas y había visto crecer a Ana: bondadosa, sincera, guapa y con un gran talento académico. Sin dudarlo, decidió: —Ya que Anita acepta, ¿por qué esperar? Mejor hoy que mañana. ¡Vayamos a registrar el matrimonio ahora mismo!
—¿Ah, hoy?
—Exacto, cuanto antes, mejor.
Después de tanto esfuerzo para amenazar y obligar a su nieto a aceptar el matrimonio, don Pablo temía que, si se alargaba la espera, surgieran imprevistos. ¡Mejor registrar el matrimonio de inmediato!
Treinta minutos después, frente a la oficina del registro civil.
Ana vio al nieto que Pablo había llamado inútil: Javier.
Por un instante, Ana se quedó sin saber qué pensar. ¿No se suponía que un inútil era alguien que no servía ni para cultivar la tierra ni para criar gallinas?
Pero aquel, eh… resultaba sorprendentemente guapo.
En todo el valle, nunca había visto a un hombre tan atractivo; hasta su cabello parecía brillar, aunque en su rostro se dibujaba una expresión sombría.
Ana le sonrió con cortesía.
Emanaba un aura impenetrable de no te acerques. Su mirada hacia Ana estaba cargada de repulsión, como si evaluara con desprecio a esa mujer que, con sus artimañas, había logrado que don Pablo lo obligara a casarse.
Bajo la presión de don Pablo, los dos se dirigieron hacia la oficina del registro civil.
El personal del registro percibió de inmediato la impaciencia de Javier y no pudo evitar preguntar: —¿Están ustedes seguros de que quieren casarse?
La mirada gélida de Javier se clavó en él.
El funcionario se estremeció ante aquellos ojos.
¡Paf! El sello descendió, estampándose con fuerza.
Quedó impreso en dos certificados de matrimonio.