Capítulo 67
Ana, en realidad, no sentía hostilidad hacia Laura; simplemente la detestaba.
Criada en el campo, jamás había conocido a alguien tan falso e insincero.
Nunca había presenciado esas intrigas palaciegas de los dramas televisivos y, en ese momento, al ver que Laura estaba a punto de caer al agua, aún pensó en tenderle la mano para salvarla.
Pero al instante siguiente, una fuerza tiró de su brazo: Laura, con un brusco movimiento, la arrastró hacia adelante, haciéndola perder el equilibrio.
En ese momento, Ana solo pensó que, efectivamente, no debía haber usado tacones. Apenas podía mantenerse en pie y, con tan poca fuerza, ya había terminado cayendo.
Entonces oyó la voz tenue de Laura junto a su oído: —Ana, ¡nadie podrá reemplazarme en el corazón de Javier! Si no lo crees, observa, ¡mira a quién rescata primero!
¡Splash!
Ambas cayeron al agua.
Ana quiso maldecir. ¡Esa mujer estaba loca!
¿Que le gustaba Javier? Pues que se lo dijera a Javier.
¿Que quería casarse con Javier? Pues que buscara

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