Capítulo 80
—¿Solo es este pequeño asunto? Está bien, iré de inmediato.
—Gracias, Doctor José, de verdad es una molestia, y también le pido que no le diga a Javier que fui yo quien lo llamó.
—Está bien, no diré nada.
José, al escuchar el tono suplicante en la voz de Ana, se sintió incómodo.
Después de que Javier la hubiera tratado así, ella aún se preocupaba por sus heridas.
No pudo evitar explicarle algo sobre Javier: —Ana, no te pongas demasiado triste por lo de hoy. Cuando Laura era pequeña, salvó a Javier y luego sufrió un accidente que la dejó bastante enferma. Javier la ayudó primero porque temía que algo le pasara.
Ana respondió con suavidad: —Sí, lo sé, no estoy triste.
Aunque decía no estar triste, José percibió cierta melancolía en sus palabras.
Al no soportar verla así, buscó continuar la conversación: —Por cierto, Ana, ¿cuántos años tienes? Escuché que recién terminaste la secundaria. ¿Ya eres mayor de edad? Y ya te casaste con Javier.
Ahora ni siquiera se atrevía a llamarla Sra. Ruiz,

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