Capítulo 92
Él miró el plato de dulces que quedaba sobre la mesa; antes no le gustaban, pero tomó uno y le dio un mordisco.
Un poco dulce, pero bastante sabroso.
Con un dulce en una mano, sacó el teléfono con la otra y marcó. —Cómprame algunos libros, sí, ¿de qué tipo? No sé, compra un poco de todo.
…
Ana salió con su salario de ciento cuarenta dólares.
Para ella, ciento cuarenta dólares eran mucho, pero no suficientes.
Todavía faltaban dieciséis mil ochocientos dólares para reconstruir la escuela primaria.
Ana no regresó a la casa; pensó en dar una vuelta para ver si encontraba un trabajo nocturno.
Pero tras caminar un poco, se sintió algo decepcionada.
Encontrar un trabajo temporal durante las vacaciones de verano no era fácil; muchos lugares no aceptaban empleados por tan poco tiempo.
Y, además, ella solo podía trabajar por las noches.
En ese momento, Ana estaba frente a la puerta de un bar, un poco dudosa.
Había escuchado que los meseros en los bares ganaban muy bien, pero Ana, educada bajo la

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