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Clara como la LunaClara como la Luna
autor: Webfic

Capítulo 10

—Sí, esta es su residencia privada. Clara, tras escucharlo, no pudo evitar reducir la velocidad de la bicicleta. —Entonces, ¿no será un poco inapropiado? Traerme aquí siendo una persona ajena, Tu tío, como mayor, seguramente se opondría. ¿Por qué no vamos a otro lugar? —Jeje, ¿qué mayor? Solo tiene diez años más que yo. Tenemos una buena relación, casi como hermanos; no le importará. ... Raúl continuó: —Te traje aquí principalmente porque no queda lejos del lugar donde estábamos jugando. Además, en la villa de mi tío hay una piscina enorme y espectacular. Quería que la probaras. —Entonces, tu tío y tu tía no están en casa, ¿verdad? —Tranquila, él está soltero, siempre está ocupado hasta morir; a veces incluso duerme en la oficina. Casi nunca mantiene en la casa. Al ver que ya estaban casi en la puerta, Clara decidió no pensar demasiado. Era una villa independiente construida en la cima de la montaña, con una vista muy amplia, alejada del bullicio de la ciudad pero que aún permitía contemplar la prosperidad del centro urbano. Detrás de la villa se extendía un enorme campo de golf verde; a la derecha, un amplio estacionamiento donde se encontraban decenas de autos de lujo de todo tipo. Las instalaciones eran completas, la vegetación abundante, y cada bocanada de aire se sentía fresca y agradable. El sistema de seguridad era impecable, sin fallos. Clara no podía imaginar qué clase de millonario de primer nivel tendría el privilegio de disfrutar una residencia en una ubicación tan privilegiada... —Pedro, busca unos trajes de baño nuevos para damas para que la señorita Clara los elija. Más tarde iremos a nadar —dijo Raúl mientras se quitaba el casco, dirigiéndose al mayordomo de la villa. —Sí, señor Raúl. A continuación, llevó a Clara al amplio y lujoso salón, donde la niñera los atendía sirviendo té y agua. Cuando el mayordomo sacó los trajes de baño, ambos se dirigieron hacia la piscina. Esta estaba en el lateral de la villa y tenía una superficie incluso mayor que la de un gran centro acuático. Su diseño era tan creativo que, vista desde la orilla, parecía no tener fin. Raúl se cambió de ropa rápidamente y ya había saltado al agua para nadar unas cuantas vueltas. Cuando vio a Clara salir con el traje de baño, no pudo apartar la mirada. Ella había escogido un bañador similar a un bikini; su figura ardiente y sensual resultaba hipnótica. Aunque solo medía un metro sesenta y ocho, tenía unas proporciones perfectas. Además, por su hábito de entrenar y practicar deportes extremos, su cuerpo mostraba líneas hermosas y firmes, con esa fuerza salvaje que emanaba belleza natural. Especialmente llamaban la atención sus largas y rectas piernas, la plenitud de su pecho y su piel blanca, como si irradiara un suave resplandor propio. No era exagerado decir que era lo más cercano a una diosa en la tierra... Bajo la mirada intensa de Raúl, ella no mostró la menor incomodidad; de un salto se lanzó al agua. Igual de hábil en la natación, apenas entró al agua se puso eufórica. Dio varias vueltas mostrando diferentes estilos y luego comenzó a juguetear con Raúl en el agua. Para él, ella era una mujer llena de tentación, misterio y peligro. Para ella, él era un chico joven y radiante, ideal para acompañarla y distraerse. Los dos nadaban y jugaban en la piscina con total libertad: a veces competían, a veces se salpicaban agua, a veces intercambiaban experiencias. Cuando Raúl, en tono de broma, le lanzó una gran cantidad de agua a la cara, ella le dio una patada fuerte y se alejó nadando, sumergiéndose en la parte de dos metros de profundidad... Tras aguantar la respiración durante dos minutos y salir de nuevo a la superficie para tomar aire, levantó la vista y vio en la orilla a un hombre alto y apuesto. Al reconocer esa silueta tan familiar que le resultaba aterradora, Clara se quedó sin aliento... Se pasó rápidamente la mano por la cara mojada y volvió a abrir bien los ojos. ¡Mierda, de verdad era él! Javier estaba de pie en la orilla, mirándola fijamente como si entendiera el mal presagio. Al contemplar ese bikini tan atrevido y provocador, su mirada se volvió cada vez más fría y sombría, como si en cualquier momento fuese a lanzarse al agua para degollarla.

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