Capítulo 20
Javier la miró durante cuatro o cinco segundos con esa expresión de quien observa a una loca. —¿Qué haces aquí?
Su tono era frío y grave, con un deje de irritación; al fin y al cabo, aquel era su despacho, el lugar donde gestionaba los asuntos de la empresa, un espacio solemne.
Que una mujer con la que había tenido una relación desordenada irrumpiera allí de pronto era, para él, una gravísima ofensa.
Pero Clara, lejos de su actitud hostil habitual, rodeó el escritorio y se plantó frente a él. Lo miró, con una sonrisa ambigua dibujada en los labios. —Hace medio mes que no nos vemos. Te echaba de menos, así que vine a verte.
Dicho esto, se sentó sobre su escritorio, con desenfado, como si aquel lugar le perteneciera.
Frente a su atuendo provocador y al aroma embriagador que la envolvía, el rostro de Javier permaneció absolutamente imperturbable...
Solo le respondió con una voz grave y áspera.
—Clara, ¿no te advertí que desaparecieras por completo de mi mundo?
...
Ella dejó escapar una ri

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