Capítulo 36
Clara encendió la luz y se encontró cara a cara con el hombre en la cama.
Javier la miraba fijamente, sin parpadear, como si un solo parpadeo pudiera hacerla desaparecer, incapaz de distinguir si la mujer frente a él era real o una mera ilusión.
Su corazón latía cada vez más rápido; la garganta se le tensaba, quería decir algo, pero no podía emitir sonido alguno, simplemente se quedaba mirándola...
Mientras tanto, el cigarrillo que sostenía entre los dedos seguía ardiendo, y él ni siquiera se daba cuenta. Solo cuando la chispa le quemó la piel se sobresaltó del dolor y arrojó el cigarrillo al cenicero.
Clara lo observó quemarse y sonrió con una expresión de triunfo malicioso.
—Con casas por todo el mundo, ¿cómo es que vienes a dormir a mi chiquero?
Al oír su voz, en ese instante él se dio cuenta de que la mujer frente a él estaba viva, era real, no un fantasma efímero...
—¿No habías muerto? —preguntó con voz ronca.
Clara se burló fríamente. —Tranquilo, aunque mi vida sea miserable, si

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