Capítulo 59
No pasó mucho tiempo antes de que Raúl regresara en auto a la villa.
Entró rápidamente en la sala de estar y, al no ver la figura de Clara, preguntó con urgencia: —Tío Javier, ¿para qué más me necesitabas? Por cierto, ¿dónde está la señorita Clara?, ¿por qué no la veo?
Javier lo miró y percibió que en sus ojos y en su corazón solo había lugar para aquella mujer, tenía un aire de estar completamente hechizado. Su estado de ánimo se tornó aún más contradictorio y complejo; no pudo evitar encender otro cigarrillo.
—La dejé ir —dijo con voz grave.
—¿No le habrás dicho algo desagradable, verdad? —preguntó Raúl.
Javier no quiso responder directamente; solo replicó con mayor frialdad: —No menciones a esa mujer delante de mí.
Entonces Raúl se sintió aún peor. Quiso llamar de inmediato a Clara, pero antes preguntó: —Por cierto, ¿para qué era tan importante que me llamaras de vuelta?
—Para que mañana regreses a Estados Unidos.
Dijo Javier con expresión imperturbable. —Estás a punto de graduarte;

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