Capítulo 62
Ya no le dio más vueltas al asunto y enseguida entró al gimnasio para comenzar con su rutina: primero corrió, después pasó a la bicicleta estática y, finalmente, al press de banca. En pocos minutos estaba sudando a chorros.
La dopamina liberada tras el ejercicio le permitió olvidar rápidamente aquella leve sensación de depresión que Raúl le había dejado; solo sentía el cuerpo relajado y la mente despejada, como si las preocupaciones se hubieran desvanecido.
Había nacido con un gran talento para el deporte: un solo día sin moverse le resultaba insoportable. Al principio asistía a un gimnasio profesional, con una membresía, para entrenamientos de fuerza; después, cuando compró una casa, sacrificó un dormitorio principal y lo convirtió en un mini gimnasio, instalando varios aparatos de ejercicio y sudando a mares allí cada pocos días.
Además de esos equipos, también había adquirido un juego completo de accesorios de yoga. A menudo cerraba los ojos para descansar practicando yoga, combinan

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