Capítulo 85
—Señorita Clara, no imaginé que fuera una persona tan maleducada —dijo Sofía, que parecía aún más furiosa de lo que Clara había esperado; sus ojos afilados la miraban con desprecio—. Ser maleducada ya es malo, pero no pensé que además tuvieras un corazón tan perverso, ¡capaz de hacer algo así!
Clara se sintió algo extrañada y le preguntó a la anciana: —Doña Sofía, ¿podría explicarme a qué se refiere con eso?
—¿A qué me refiero? —Sofía la miró con aún más desdén y la interrogó—: Mi gato cayó gravemente enfermo. Dime, ¿qué fue lo que pasó exactamente?
—No entiendo, doña Sofía. Sea más clara, por favor. ¿No fue que su gato ya estaba enfermo y yo lo curé? ¿Qué ha pasado ahora?
En ese momento, la sirvienta personal de Sofía, Paula, dio un paso al frente y acusó a Clara con voz severa: —¡No finjas inocencia! El 8 de junio llevé al gato de doña Sofía a tu clínica veterinaria. Antes de ir, el gato solo tenía un leve problema de inapetencia y seguía activo y juguetón. Pero al volver, algo andab

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