Capítulo 1
El joven que me había prometido casarse conmigo después de graduarme, le propuso matrimonio a Rosa Ramírez, la hija adoptiva de los Ramírez, en plena ceremonia de mi graduación.
Y Lorenzo Valdez, que todos conocían como un hombre muy devoto, me declaró públicamente su amor después de que se enteró del compromiso de Rosa.
Cinco años después de casados, me envolvía en una ternura infinita, mimándome como nunca antes.
Hasta que, por casualidad, escuché una conversación entre él y su amigo.
—Lorenzo, Rosa ya es famosa, ¿para qué mantienes todavía esta farsa con Vanessa Ramírez?
—No importa, de todos modos, no puedo casarme con Rosa. Mientras esté aquí, ella no perturbará la felicidad de Rosa.
Y en su escritura sagrada, que tanto cuidaba, cada página llevaba el nombre de Rosa:
[Que Rosa se libere de sus obsesiones, que su cuerpo y alma encuentren paz.]
[Que todo lo que Rosa desea se cumpla, y que nunca le falte lo que ama.]
[Rosa, no estamos destinados a estar juntos en esta vida; solo pido que en la próxima podamos caminar de la mano.]
Cinco años viviendo en un sueño, hasta que desperté de repente.
Compré una identidad falsa y planeé una muerte falsa por ahogamiento.
Desde entonces, en todas las vidas venideras, jamás nos cruzaremos.
...
Después de confirmar los últimos detalles de mi falsa muerte, colgué el celular.
En dos días, desaparecería para siempre, como ellos deseaban.
En ese momento, un suave aroma a sándalo comenzó a filtrarse desde fuera de la puerta. Sin pensarlo, levanté la mirada y allí estaba Lorenzo.
Me abrazó y, con voz suave, me preguntó: —¿Con quién hablabas por celular?
—Nada, era sobre la galería —respondí, forzando una sonrisa, intentando sonar natural.
Se inclinó y besó la parte superior de mi cabeza, susurrando: —¿Por qué últimamente tienes tantos trabajos? Esta noche te prepararé algo ligero para cuidar tu estómago.
Cinco años casada con Lorenzo, y él siempre me había tratado con dulzura, consintiéndome sin medida.
Todos decían que cuando un hombre religioso se enamoraba, era para toda la vida.
Y yo lo creí. Creí que él era mi destino, mi felicidad.
Pero ahora, por fin entendí que este matrimonio nunca fue mi destino, sino su forma de proteger a Rosa.
Lorenzo acarició suavemente mi hombro y, de repente, habló:
—Por cierto, mañana la familia Ramírez va a celebrar una fiesta para anunciar que el embarazo de Rosa y, de paso, felicitarla por participar en la exposición internacional. No te vayas, yo llevaré un regalo en tu nombre y luego vuelvo para estar contigo.
—Esa exposición yo también...
Me interrumpió con voz suave, pero decidida, como si no aceptara cualquier oposición.
—No participes esta exposición. Siempre querías tener un hijo, aprovecha este tiempo para descansar en casa y cuidar tu salud.
Bajé la mirada, tratando de ocultar la tormenta emocional que se desbordaba en mi interior.
Llevábamos tantos años casados y nunca tuvimos hijos.
Al principio, creí que no era el momento, pero ahora me di cuenta de que, simplemente, él no lo deseaba.
Y no me permitió participar en la exposición, era solo para no estorbarle el camino a Rosa.
Bajó la cabeza y besó mi frente, sin percatarse de que mi corazón ya se había hundido por completo.
—Pasado mañana es tu cumpleaños, ya tengo preparado un pequeño regalo para ti. Te deseo un camino de rosas, sin espinas, solo felicidad.
"Te deseo un camino de rosas, sin espinas, solo felicidad."
Repetí esas palabras en mi mente y, de repente, una amargura me envolvió.
Cada vez que me deseaba algo en los años anteriores, siempre incluía la palabra "Rosa".
Y ahora, al fin, entendí su verdadero significado.
Esas bendiciones nunca fueron para mí.
—He planeado algo para mi cumple, así que reserva tiempo para estar conmigo
Asintió: —Claro, en esta casa, Vanessa manda.
Le sonreí levemente.
"Lorenzo, qué difícil debe ser para ti." Pensé.
Esa noche no pude dormir. Tras mover suavemente el brazo que Lorenzo había colocado alrededor de mi cuerpo.
Accidentalmente dejé caer su pulsera de cuentas.
Al recogerla, noté algo extraño.
Bajo la tenue luz, observé con atención y descubrí que cada cuenta tenía grabado un nombre.
Rosa.
En ese momento, mi corazón se rompió por completo.