Capítulo 6
—Sí, ya he firmado todos los respectivos consentimientos para la cirugía. El riñón de Alma es compatible con el de Vanesita, y Vanesita sufre insuficiencia renal aguda; ella no puede permitirse ningún contratiempo.
—Pero si le extraen un riñón a la señora Alma, ella lo sabrá.
—Entonces, que jamás lo sepa. Si pregunta por la cicatriz de la operación, solo dile que fue a causa de un accidente automovilístico.
Alma quiso moverse, pero no tenía las fuerzas suficientes; ni siquiera tenía la energía para abrir los ojos.
Sintió cómo le desgarraban la piel y, le extraían el riñón.
Después, volvió a sentir cómo le suturaban la piel.
En la mente de Alma solo había recuerdos de cuando llevaba a Moisés en su vientre.
Facundo se había agachado, y una y otra vez besaba con amor su vientre.
En su voz grave solo se percibía amor.
—Almita, no soporto la idea de que en tu vientre aparezcan estrías; todos los días te aplico aceite hidratante, te lo juro, siempre protegeré tu vientre.
En aquel entonces, los ojos de Alma, al mirar a Facundo, solo reflejaban un profundo amor.
Lo veía acariciar su vientre con devoción una y otra vez, como si fuera algo más importante que cualquier investigación científica.
Pero ahora, su vientre había sido abierto sin piedad por él, dejando una larga y horrenda cicatriz.
Pasó mucho tiempo.
Las puertas del quirófano por fin se abrieron.
Alma escuchó pasos corriendo desesperados hacia adentro.
Facundo hablaba no muy lejos de ella.
—¿Cómo está Vanesita?
—No se preocupe, señor Facundo, la cirugía fue un éxito. La señorita Vanessa tenía insuficiencia renal aguda, que ya fue superada; si vuelve a ocurrirle algo, tendrá que recibir otro riñón.
—Alma tiene dos riñones, puede darle ambos.
Alma yacía petrificada en la mesa de operaciones y empezó a llorar.
Cayó en una inconsciencia aún más profunda.
Resultaba que, si Vanessa necesitaba su vida, también tendría que obligatoriamente dársela.
Alma despertó siete días después.
Moisés ya no tenía fiebre; su pequeño cuerpo estaba a su lado.
Apenas la vio despertar, los ojos oscuros y profundos de Moisés brillaron con intensidad.
—Mamá, mamá, por fin despertaste. Papá dijo que tuviste un accidente de auto cuando ibas a comprarme comida. Todo fue culpa mía...
Moisés se tumbó sobre Alma, llorando con amargura, lleno de remordimiento.
No muy lejos, Facundo se acercó.
Dijo: —Qué bueno que despertaste. Tu cuerpo está bien, solo sufriste un fuerte golpe en el abdomen y tienes una herida grande producto del accidente.
Alma escuchó esas absurdas palabras, pero no respondió.
Dijo: —Facundo, la contraseña en mi laboratorio es tu fecha de cumpleaños. Ve a traer la computadora de allí, he vuelto a deducir algunos datos importantes y debo corregirlos antes de esta noche.
En la cara de Facundo apareció una leve expresión de emoción.
—Sí, yo la configuré con el día de nuestra primera vez.
Las manos temblorosas de Alma abrazaban con fuerza a Moisés.
Esa fue la noche en que quedó embarazada.
Facundo pensaba que era un día importante, un día que significaba mucho para ambos.
Pero ahora, nada de eso importaba ya.
Ella necesitaba que Facundo le entregara esa computadora personalmente.
Facundo dijo emocionado: —Descansa bien, el doctor ha dicho que solo sufriste una considerable pérdida de sangre, pero con algo de reposo estarás bien. Iré a buscar la computadora.
Facundo se marchó a toda prisa.
Alma abrazó con amor a Moisés.
—Moisés, por fin podremos irnos.
Alma tomó entusiasmada el reloj de Moisés y envió un mensaje.
[Dentro de dos horas, saldremos del hospital en helicóptero desde la azotea].
Una hora después, Facundo trajo la computadora.
También compró la comida que a ambos les gustaba.
Facundo quiso alimentarla él mismo, pero
Alma desilusionada apartó la cabeza.
—No te preocupes, primero debo trabajar.
—Dime qué necesitas, yo puedo hacer los cambios correspondientes.
Facundo quiso ayudarla.
Pero Alma lo negó. —No hace falta, este experimento nunca lo has tocado, lo haré yo misma.
Facundo se quedó acompañándolos.
Pero Alma no corrigió los datos; solo estaba ganando tiempo.
Planeaba cómo deshacerse de Facundo por un rato.
Entonces, Facundo recibió una llamada.
Alma escuchó con claridad.
—Señor Facundo, la señorita Vanessa ha despertado. Lo está buscando desesperada por todas partes. Al no verlo, se ha puesto a llorar desconsolada. Por favor, venga cuanto antes.
Facundo colgó y mostró una leve expresión de pánico.
—Almita, ha ocurrido algo en la empresa. Tengo que irme por un momento, pero pronto volveré.
Antes de salir, Facundo se detuvo en la puerta.
Se volteó y dijo: —Almita, tú y Moisés siempre serán lo más importante para mí. Entre nosotros nunca habrá divorcio. No te preocupes espérame.
¿Esperarlo? Ella ya no pensaba esperarlo nunca más.
Después de que Facundo se fue, no pasó mucho tiempo antes de que el sonido de un helicóptero llegara desde afuera de la ventana.
El helicóptero era enorme.
Moisés estaba muy feliz de irse.
—Mamá, por fin podremos irnos.
Alma alzó feliz la vista y miró el cielo fuera de la ventana; por fin había aterrizado.
Bajó de la cama, y el dolor en la cintura era evidente, pero lo soportó en completo silencio.
Tomó a Moisés de la mano con una mano, y con la otra sostenía con fuerza la laptop.
Salieron afuera toda prisa.
Ella y Moisés subieron al helicóptero.
La persona que vino a recogerla preguntó: —Alma, ¿hay algo más que quieras indicar?
—Solo dos cosas: transfieran cien millones de dólares a Felipe, y quiero divorciarme de Facundo.
—De acuerdo, no hay problema con ello. Nos encargaremos de todo.
—Y hay una última cosa que necesito que hagan: el laboratorio de investigación del Grupo Horizonte Azul, destrúyanlo.
Todas esas patentes que ella había creado junto al Grupo Horizonte Azul dejarían de existir; ella y él debían dividirlo todo por completo.
Diez años atrás había conocido a Facundo.
En aquel entonces, estaba sola en el mundo.
Ahora, al marcharse, tenía a su pequeño Moisés y sus sueños.
Solo que, en el mundo de ahora en adelante, ya nunca más estaría Facundo.