Capítulo 100
Un día tras otro de horas extra, sin cuidar en absoluto de su salud.
Si no fuera porque hacía el esfuerzo de esperar a que Silvia regresara para poder dormir tranquila, podría pasarse todo el día sin verla ni dos veces.
—Mm, voy a hablar con el abuelo ahora mismo.
Gustavo subió corriendo las escaleras.
Silvia recibió una llamada: Salvador le dijo que Esperanza hablaba en serio, y que si en media hora no volvía, ella misma iría a buscarla.
—Tu madre también lo hace por tu bien. Anoche no volviste; se levantó más de diez veces durante la noche. ¿Acaso alguien puede dormir así?
La voz de Salvador sonaba con un deje de reproche.
A Silvia se le humedecieron los ojos, pero sabía que Salvador no lo decía en serio.
Él siempre había dormido bien; era de los que, aunque todos estuvieran viendo la tele y charlando, podía quedarse dormido en un segundo.
La noche anterior seguramente no había conciliado bien el sueño porque todos estaban preocupados por ella.
—Vale, vuelvo ahora mismo.
—Silvi, dime

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