Capítulo 44
Justo esa mujer, la que, sabiéndolo, se metió igualmente de tercera en la relación; la zorra que, incluso frente a la esposa legítima, se mostraba tan arrogante.
Silvia echó un vistazo a la cuenta: lo más barato costaba ocho mil dólares y lo más caro, veinte mil.
Sacó su tarjeta bancaria y se la entregó a la dependienta.
Patricia ardía de rabia. "¿Por qué Silvia podía gastar más de cien mil dólares sin siquiera pestañear?"
Mientras que ella, para comprarse el modelo más sencillo de unos pocos miles de dólares, tenía que apretarse el cinturón y sentirse culpable durante semanas.
Y encima soportar cómo su padre, ese vampiro, la exprimía hasta la última gota...
Miró la fila de bolsas perfectamente empaquetadas a los pies de Silvia y sintió una punzada de celos.
¡Todo aquello valía más de cien mil dólares!
Recordó que antes, cuando a veces acompañaba a Silvia de compras, esta siempre encontraba un pretexto para regalarle algo.
La primera prenda de lujo de Patricia había sido un regalo de S

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