Capítulo 82
Esperanza creía firmemente que ninguna madre sería incapaz de acercarse a un hijo que había llevado en su vientre durante nueve meses y criado personalmente durante seis años.
Gustavo, al ver que Salvador y Esperanza no lo retenían, entendió que debía comportarse y que no podía hacer berrinches; aspiró por la nariz para contenerse.
—¡Abuela, abuelo, adiós!
Armando, con el rostro sereno, lo tomó de la mano y se despidió con cortesía.
Salvador y Esperanza los acompañaron hasta la puerta. Silvia, tras pensarlo un instante, también salió hasta el auto.
Su intención era advertirle a Armando que no apareciera en su casa sin motivo y que no pensara que con eso podría cambiar el hecho de que iban a divorciarse.
Antes de que hablara, Armando pareció adivinar lo que ella iba a decir y comentó: —Solo quería traer a Gustavo para que visitara a sus abuelos.
Esa sola frase hizo que Silvia se tragara lo que estaba a punto de decir.
—Mamá, ¿podré seguir viniendo a verlos? Me gustan mucho...
Gustavo co

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