Capítulo 80
Cuando Ximena estaba al celular, su tono también fue escuchado por ellos.
Carmen frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada.
Carlos soltó una risa burlona: —No puede ser, ¿está actuando ahora? ¿De repente empieza a hacerse la débil para llamar tu atención?
—Tal vez realmente está enferma.— dijo Carmen, dejando las cartas, con tono indiferente.
—Entonces debería tener algo de sentido de los límites, al menos tú sigues aquí.— comentó Carlos, encogiéndose de hombros. No le sorprendía, ya que Ximena no podría quedarse tranquila.
Diego miró su reloj; ya había pasado de las ocho de la noche.
—Voy a ver cómo está.
Carlos, de repente entendiendo, comentó: —Sí, si no le haces caso y luego ella va a quejarse con doña Lorena, esto no se va a solucionar fácilmente.
Carmen apretó los labios, sin hacer ningún comentario.
Diego, con una expresión fría, no mostró mucha emoción y dijo con calma: —Ustedes sigan jugando, yo ya regreso en un momento.
Carmen, aliviada, asintió ligeramente: —Está bien.

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