Capítulo 14
—Juan, ¿qué dijiste... no te gusto? —La voz de Viviana se elevó bruscamente y palideció en un instante—. ¿Cómo es posible? Tú...
—Lo siento por haberte causado esa ilusión —La voz de Juan sonó tan fría que casi sonaba cruel—. En aquel entonces, había demasiadas personas persiguiéndome y necesitaba una razón para rechazarlas.
—¿Una razón para rechazarlas?
Ella seguía completamente pálida.
Él hizo una pausa y continuó: —Como compensación, cada año transferiré una suma de dinero a tu cuenta. Pensé que tenías claro que esto solo era una transacción.
—Cuando te interpusiste por mí en aquel accidente y sufriste daños físicos, procuré cumplir con tus peticiones todos estos años —su mirada reposó serenamente sobre ella—. Fuera de eso, no hay nada más.
Todo el lugar estalló en un alboroto.
Las miradas que antes estaban llenas de envidia se transformaron de inmediato en burla y desprecio, y los murmullos inundaron a Viviana como una marea.
—Con que era eso... Alguien como el señor Juan, con ese

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