Capítulo 11

La voz de Carlos era baja, y si no fuera por su ceño fruncido, sería difícil notar que estaba haciendo una pregunta. Lucia se encogió un poco hacia atrás y rápidamente bajó la vista, intentando ocultar su estado actual, y explicó en voz baja: —No, es solo que un insecto voló en mi ojo hace un momento. El ceño fruncido de Carlos se relajó, y no insistió más en el tema, solo preguntó: —¿Qué pasó con tu audífono? Lucia tardó un momento en responder, algo atontada: —Ya está arreglado. Sin embargo, su voz era suave y rasposa; claramente no estaba bien. Después de hablar, levantó las pestañas y miró a Carlos con cautela, apretando el teléfono en su mano, y finalmente se armó de valor para preguntar: —¿Viniste a buscarme? Carlos no lo negó: —Ramón me pidió que viniera a ver. Dijo que estabas triste, ¿por qué estás triste? Las pestañas de Lucia temblaron y se quedó sin palabras, sin saber qué responder. ¿Debería decirle a Carlos que hoy también era su cumpleaños? Lucia no pudo decirlo. El teléfono en su mano seguía parpadeando, y Carlos notó esto, recordándole: —Contesta la llamada primero. Como un autómata, obedeció su instrucción y contestó la llamada. Al segundo siguiente, la alegre voz de Isabel resonó: —¡Luci, feliz cumpleaños! —¿Adivina con quién estoy ahora? Me encontré con Diego González, él mencionó que hoy era tu cumpleaños y solo entonces lo recordé. Lo siento mucho, he estado tan ocupada. Cuando termine esta entrevista, definitivamente lo compensaré, ¿te parece? La voz de Isabel era alegre y clara. Debido a su problema auditivo, Lucia siempre tenía el volumen del teléfono bastante alto. Ella se tensó, sin saber si Carlos había escuchado lo que Isabel dijo, pero al levantar la vista, se encontró con su mirada pensativa. Apretó el teléfono y le dijo a Isabel en voz baja: —Hablamos cuando vuelvas, ahora estoy en el hospital. Te llamo cuando llegue a casa. Después colgó el teléfono. El silencio se extendió brevemente antes de que Carlos hablara primero, preguntando: —¿Hoy es tu cumpleaños? El corazón de Lucia, que había estado en suspenso, se hundió, y asintió con la cabeza en silencio: —Sí. Carlos era conocido por ser un genio con una memoria excepcional, capaz de recordarlo todo con solo verlo una vez. ¿No recordaba entonces que había celebrado tantos cumpleaños con Lucia? ¿Realmente no se acordaba de que era hoy? Lucia apretó los labios, corrigiendo su propio pensamiento; no era que Carlos no recordara, es que él eligió no hacerlo. Carlos pausó un momento y luego preguntó: —¿Por qué no lo mencionaste antes? Ella respondió en voz baja: —Lo olvidé. Carlos la miró sin decir nada, su expresión indescifrable. Frunció el ceño ligeramente, como si estuviera considerando algo. Después de un momento, habló con voz suave: —Ya que hoy es tu cumpleaños, iré a pedirte un pastel también, pero ahora no arruines el cumpleaños de Andrea. —Eso la hará pensar demasiado. Fue la primera vez que Lucia escuchó algo que sonaba como preocupación de la boca de Carlos, aunque la preocupación no era por ella. Carlos siempre había sido diferente a los demás, sereno y reservado, como si nada pudiera afectarlo. Ella lo observó, conteniendo la amargura en su corazón, y preguntó lentamente: —¿Te preocupa que Andrea se sienta mal? Carlos, sin embargo, la miró y dijo: —Estoy recordándote que no hagas cosas que decepcionen a los demás. ... Lucia finalmente regresó al comedor con Carlos, sentándose tranquila en un rincón, sin intención de unirse al bullicio. Nuria se acercó, preocupada: —¿Tu audífono está bien? —Ya está bien. Nuria la miró, parpadeó y sonrió: —Carlos se enfadó con Adrián por tu causa. Adrián era el médico que había dicho que era una pena que Lucia fuera sorda. Ella preguntó suavemente: —¿En serio? —Sí. Carlos dijo que Adrián no respetaba a la gente, que no tenía la conducta de un médico. Nuria añadió: —No lo parecía, pero Carlos realmente te protege, ¿eh?