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El Amor InaudibleEl Amor Inaudible
autor: Webfic

Capítulo 20

En el balcón no había nadie más, así que las palabras de Carlos resonaron con especial claridad. Lucia alzó la mirada hacia él. Su voz, grave y con cierto magnetismo, debería haber sonado cálida, pero al carecer de cualquier emoción, resultó fría y distante. —Piensa bien lo que vas a hacer. El corazón de Lucia empezó a latir más rápido. Lo miró fijamente y, algo aturdida, murmuró: —¿Tú... ¿Carlos estaba preocupado por ella? Los ojos de Carlos eran bonitos, de un color oscuro y profundo, y su mirada intensa parecía penetrar a quien observaba. Sin embargo, era una persona reservada y distante, y pocos se atrevían a sostenerle la mirada. Pero en ese instante, Lucia vio claramente su propio reflejo en esos ojos oscuros. Aún no había respondido cuando Carlos añadió: —El Grupo Martínez siempre está bajo el foco público. Si tú eres quien plantea la separación, atraerás toda la atención. Y eso también afectará al departamento. Carlos hizo una pausa y continuó: —Últimamente, ya hemos estado recibiendo demasiada atención. Incluso ha habido pacientes que han sido molestados. Lucia tardó un momento en comprender completamente lo que Carlos quería decir, temía que su acción pudiera afectar negativamente al departamento. Recuperó algo de calma y preguntó: —¿Y entonces? —Solo te estoy advirtiendo de una de las consecuencias. Si llegas a ser la causa de problemas en el hospital, es probable que no puedas seguir trabajando aquí. Cuando Carmen estaba viva, siempre le pedía a Carlos que cuidara de Lucia. Diciendo que era una chica amable y vulnerable. Carlos ahora se limitaba a exponerle las consecuencias con claridad: —Piensa bien si puedes asumirlo. Si no puedes, entonces mejor rechaza la idea desde ya. La familia Sánchez y la familia Martínez mantenían relaciones comerciales, así que él también podía ayudar si era necesario. Lucia apretó los labios, sin responder. Era solo una hija adoptiva. Aunque sabía que Alberto también la había utilizado en parte, no podía negarlo, sin él, ella no sería quien era ahora. No tenía derecho a negarse. Carlos, al ver que no decía nada, no insistió más y se marchó. Al día siguiente, Lucia tenía turno nocturno, por la mañana fue al aeropuerto a recoger a Isabel. Isabel era su mejor amiga, periodista, y acababa de volver de un viaje de trabajo. Llevaba una chaqueta color naranja brillante y el pelo recogido en una coleta, destacando entre la multitud. Apenas vio a Lucia, le gritó con una sonrisa radiante: —¡Cariño! ¡He vuelto! Lucia tomó su maleta y su tono también se volvió más alegre: —Reservé en tu restaurante favorito. Dijiste que en este viaje apenas comiste bien, te veo más flaca. Isabel agitó las manos, con gesto de cansancio: —No me lo recuerdes. En esas montañas no había nada decente, y la única comida buena fue porque me topé con Diego. Charlando, se dirigieron al restaurante. Apenas se sentaron, el móvil de Isabel no dejaba de sonar. Suspiró: —El trabajo es lo único que tengo en la vida, ¿ni un respiro? Aun así, abrió el mensaje. Cuando terminó de leer, levantó la vista y miró a Lucia con asombro: —Lo de tu hospital está en todas partes. Se filtró la información médica de una empresaria conocida y eso hizo que sus acciones cayeran en picado. —Luci, mantente alejada de esa gente. Justo cuando lo dijo, el teléfono de Lucia también sonó, era una llamada del departamento. —El jefe dice que habrá reunión antes de la una, todos deben asistir.

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