Capítulo 89
Lucía no sabía cómo había salido del coche, ni cómo había vuelto a casa.
Solo se dio cuenta cuando ya había terminado de lavarse y se encontraba acostada en la cama, distraída.
Pensaba en qué punto llegaría su relación con Carlos.
Cada respiración le dolía en el pecho; los sentimientos de tantos años no se pueden desechar tan fácilmente.
…
En la oficina, todos habían estado muy ocupados estos días, yendo y viniendo sin parar, y Lucía no había tenido un momento de descanso en toda la mañana.
No sabía si Carlos había devuelto el collar a Andrea, solo trataba de evitarlos lo más posible.
Cuando Esther, la directora del Orfanato Luz del Alba, llamó, Lucía estaba cambiándose de ropa.
Esther, que ya pasaba de los cincuenta y nunca se había casado ni tenido hijos, había dedicado su vida a cuidar de los niños del orfanato.
—Luci, ¿te ha dicho Diego que este fin de semana hay una actividad benéfica? ¿Vas a venir?
Esther preguntó con cautela, a lo que Lucía respondió de inmediato: —Sí, estaré al

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