Capítulo 24
La casa de los Herrera estaba iluminada de arriba abajo. En la mesa del comedor, Silvia no dejaba de servirle comida a Andrea y Manuel, animándolos a comer más, diciendo que después de un viaje tan largo seguramente habían pasado mucho.
Mientras los pocos que quedaban en la casa charlaban y bebían té en la sala, se escuchó el motor de un auto apagándose afuera. Enseguida, Antonio, el mayordomo, corrió a abrir la puerta con una reverencia respetuosa.
—Joven, ha regresado. ¿Desea que sirvamos la cena de inmediato?
Ramón se quitó el abrigo y se lo entregó a Antonio mientras le decía que no era necesario. Justo cuando iba a decir algo más, notó que Andrea y Manuel se habían puesto de pie, listos para marcharse.
Abrió la boca para hablar, pero Silvia se le adelantó y los invitó a quedarse a pasar la noche.
—Ya es tarde. Quédense a dormir aquí. Tu habitación siempre la mantengo lista para ti.
Andrea rechazó la invitación con amabilidad, explicando que su regreso había sido apresurado y que a

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