Capítulo 22
Cuando llegaron al auto, Lilia se lanzó sin reparos sobre su pecho. —Melchor, lo siento, todo es culpa mía. Si no hubiera insistido en conseguir este papel, tú y Carolina no habrían llegado a este punto de ruptura, tampoco habrías perdido la película de don Antonio. Todo es por mi culpa.
—Carolina tenía razón: si no fui elegida es porque me falta capacidad, y aun así vine aquí a humillarme, arrastrándote conmigo. ¡Regáñame, por favor!
Melchor la abrazó con ternura, dándole suaves palmadas en la espalda; su tono era amable, sin rastro de la severidad con la que solía hablarle a Carolina.
—Todo esto es culpa de Carolina, no tiene nada que ver contigo. Fue ella quien quiso ponerse en tu contra. Si no actúo en esta película, mejor; Daniel, evidentemente, fue comprado por Carolina. Trabajar con personas tan carentes de moral solo arruinaría mi ánimo.
—Y no te preocupes, toda la injusticia que sufriste hoy, yo mismo me encargaré de devolvérsela.
Lilia alzó la cabeza, con los ojos llenos de a

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