Capítulo 25
Carolina raramente había dormido tan bien; al día siguiente casi no lograba levantarse. Se apresuró a arreglarse y, cuando bajó, descubrió que Juan aún estaba allí.
—Tío Juan, ¿cómo es que todavía no has ido a la empresa?
En la mesa del comedor, Juan alzó la vista y respondió con calma: —Estaba esperándote.
Carolina, que justo acababa de morder un trozo de pan, se atragantó un poco. Bebió un sorbo de leche para pasarlo. —Yo...
Juan bajó la mirada hacia su reloj. —Vas a llegar tarde.
Carolina dejó de lado cualquier otra emoción de inmediato. —Entonces te voy a molestar, tío. Hoy es un día bastante importante, no puedo llegar tarde.
Agarró el vaso y bebió a toda prisa unos cuantos tragos más, temerosa de marearse en el auto después.
Juan la siguió sin prisas. Ella se sentó en el asiento del copiloto y continuó devorando la rebanada de pan que había dejado a medias.
—En el garaje tienes tres autos; cuando tengas tiempo, puedes escoger uno. Si no te gusta ninguno, dile a Felipe que te llev

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