Capítulo 32
De manera invisible, parecía haberle dado respaldo.
Yago tenía una mente algo simple, como un perrito husky, y saludó alegremente a su ídolo. —Señorita Lilia, hola.
Ella enseguida mostró una sonrisa luminosa y cercana. —¿Ya terminaste las escenas de esta mañana? Descansa, por la tarde tenemos escenas juntos, hay que esforzarse, ¿eh?
Él, como un niño al que la maestra elogiaba, asintió sin parar. —¡Vale, vale! Señorita Lilia, usted también descanse bien.
Sara le echó una mirada y luego apartó la vista. —Carolina, ¿cómo es que has podido venir? Hoy la filmación nos salió bastante bien; el director incluso nos felicitó por ser novatos y desempeñarnos tan bien.
—Justo estaba descansando, ¿los llevo a comer? —Carolina mostró cierta expresión de aprobación.
No esperaba que fueran tan fáciles de llevar.
—Yago —le dijo aparte—. Como no tienes formación profesional, dentro de un tiempo te conseguiré un profesor que te enseñe interpretación. Por ahora, si surge algo que no entiendas, puedes preg

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