Capítulo 44
Él ya le había dado varias oportunidades para ceder, pero Carolina, confiada en que él la amaba, actuaba sin límites y cada vez más desmesurada.
Todo era culpa de que antes la había malacostumbrado a su mal genio.
Por eso se atrevía a armar tanto escándalo sin freno alguno.
Aquel hombre se levantó y, como si hablara con gran sabiduría, le dio una palmada en el hombro. —Melchor, a este tipo de mujeres que no aceptan la mano tendida, basta con dejarlas en remojo unos días.
Hugo hizo mala cara. "¿Qué disparate era ese?"
Ese hombre tenía dinero en casa, y las mujeres que lo rodeaban normalmente estaban ahí por interés; cuando hacían un berrinche era solo para sacar más dinero, y al final siempre se reconciliaban ellas mismas.
¡Pero Carolina no era como esas mujeres!
Giró la cabeza hacia Melchor, convencido de que no prestaría atención a esas tonterías.
Para su sorpresa, lo que lo dejó sin palabras fue que la expresión sombría de Melchor, de pronto, se suavizó un poco.
Hugo estuvo a punto d

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