Capítulo 71
Cuando Juan empujó suavemente la puerta para entrar, Carolina seguía absorta, tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera advirtió el ruido de abrir la puerta.
Tenía la mirada levemente ladeada, fija hacia la ventana; sus ojos, serenos y claros, no dejaban entrever emoción alguna. Sus pestañas temblaban, semejando las alas de una mariposa posada en un risco: ligeras y hermosas.
En la habitación reinaba un silencio absoluto, y en ese instante el tiempo parecía haberse detenido por ella.
Juan se recostó ligeramente contra la pared, medio apoyado, con las largas piernas cruzadas; era en sí mismo un paisaje, y, sin embargo, estaba cautivado por otro paisaje frente a él.
Sus ojos, cálidos y serenos, se posaron en la cara pálida de ella. Por dentro le dolía hasta lo más hondo: deseaba tomarla en sus brazos y prodigarle ternura.
Y, aun así, no se atrevía a interrumpir aquella quietud tan frágil que la envolvía.
Quizá fue que su mirada ardía demasiado, porque Carolina lo percibió y giró la

Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil