Capítulo 73

En la planta superior, en la habitación VIP del hospital, Yago parecía un perro husky: aun con la pierna coja, se negaba a quedarse quieto en la cama. Insistió en que Sara le pidiera una silla de ruedas y, ya sentado en ella, no paraba de moverse por la habitación, curioseando aquí y allá, igualito que un husky rebosante de energía. —¡Carolina, es la primera vez que me hospedo en una habitación tan lujosa, esto es mucho mejor que el apartamentito que la empresa me asignó! Y, de pronto, juntó las manos como en oración. —¡Gracias, señor Juan! —¡¿Estás loco?! —Sara levantó la mano para darle un manotazo en la nuca, pero al ver de reojo su pierna enyesada, la detuvo cuando ya rozaba su cabello. Aun así, no pudo evitar darle un toquecito en la cabeza y soltar un bufido. —Mírate, pareciera que nunca hubieras visto mundo. Yago torció los labios, consciente de que no podía pelear con Sara cuando ella entraba en modo combate. Jamás le ganaría. —Carolina, ¿qué piensas hacer con lo de la tendenci