Capítulo 78
¡Tonterías!
¡Esos periodistas sin escrúpulos, capaces de cualquier cosa con tal de ganar fama, merecían pudrirse en el infierno!
Su puño se cerró con furia, y la sonrisa correcta que mantenía en la cara, se transformó en una máscara de hielo.
La reportera, como si aún no estuviera satisfecha, dejó escapar una sonrisa ligera en la que se percibía un claro tinte de burla. —Si no me cree, puede ir a mirar bajo el árbol de los deseos en Monte de las Sombras, justo en el lado oeste. Allí está colgado. Usted conoce a la señorita Carolina desde hace años, su letra debería reconocerla; nosotros no podemos falsificar algo así.
Melchor ni siquiera era consciente de que, en ese momento, la comisura de sus ojos se teñía de rojo, semejando a una fiera enfurecida, lista para romperle el cuello a su presa.
No dudó ni un segundo: giró sobre sus talones, subió al carro y, ante los periodistas que intentaban seguir grabando y preguntando, rugió con furia: —¡Apártense todos!
¡Imposible! ¡Carolina jamás h

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