Capítulo 87
Hugo no pudo evitar reír con rabia; señaló a Melchor y luego a Lilia.
—¡Tú... ustedes... vaya, lo suyo sí que es terrible!
Melchor comprendió que seguramente había un malentendido y, en un raro intento de justificarse, dijo: —Yo no he hecho nada para fallarle a Carolina. Tener a Lilia cerca es porque últimamente está rodeada de demasiadas noticias negativas, y al fin y al cabo todo esto lo provoqué yo. Me preocupaba que, si se quedaba sola en casa, pensara demasiado.
Aquella explicación, lejos de ayudar, empeoró aún más la situación.
Hugo ya no tenía ganas ni de hablar con él; se giró dispuesto a marcharse.
—Hugo —Lo detuvo Melchor—. Espera unos días. Cuando pase este revuelo y yo aclare los rumores sobre Lilia, ya no volveré a tener contacto con ella.
A un lado, Lilia apretó los puños con fuerza; la dulzura de su cara estuvo a punto de resquebrajarse.
Melchor, en realidad, quería añadir que aquello era una deuda con Lilia y que debía saldarla.
Pero al ver el gesto de repulsión en la c

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