Capítulo 89
Carolina se quedó completamente fría; levantó la mano para apartarla, pero Melchor fue más rápido y la retiró de un tirón.
La colocó detrás de sí, protegiéndola. —¡Elena, de verdad que cada vez tienes menos modales!
Carolina bajó la mirada hacia su brazo, enrojecido por el apretón; el ardor era intenso.
Elena, con la cara llena de asombro, exclamó: —Melchor, ustedes ya habían roto, ¿y tú todavía...?
No terminó la frase, porque Melchor le cruzó la cara con una bofetada.
Lilia se sobresaltó. —¡Melchor...!
Carolina se detuvo y alzó ligeramente los ojos hacia él. De espaldas, sin mostrar su expresión, transmitía, sin embargo, una furia que se palpaba en el aire.
Él siempre había defendido a su tío Silvio Vargas. Incluso sabiendo perfectamente lo caprichosa y absurda que podía ser su hija, Elena, con un carácter desmesurado y sin talento alguno, jamás le había alzado la voz.
De pronto, Carolina recordó aquella vez en que le regaló a Elena unos pendientes de Brillo Eterno. Ella, delante de C

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