Capítulo 1020
El primer día que Lorena regresó a Norteamérica, Pedro fue a recogerla personalmente.
Al subirse al auto con Pedro, Lorena seguía sintiéndose incómoda. —¿Entonces, el asunto de Andrea lo dejo así, sin más?
Pedro apoyó su dedo en su mejilla. —Si algún día, alguien te pidiera que me abandonaras, ¿qué harías?
Lorena tragó saliva, y por un momento no supo cómo responder a esa pregunta.
Pedro levantó la mano y la atrajo hacia él. —¿No has descansado bien últimamente?
Este tema se dejó de lado, pues ambos sabían que no podían hacer nada al respecto; todo dependía de cómo Andrea pudiera domar a Alejandro, quien ya parecía algo desequilibrado.
Lorena dio un gran bostezo. Últimamente, debido a su investigación sobre los padres de Andrea, no había descansado mucho. Incluso tenía ojeras.
Se apoyó brevemente en su hombro y se quedó dormida unos minutos. Luego preguntó: —¿Y el patriarca, Mario?
—No logró salvarse.
Lorena sonrió levemente. —¿El misterioso discípulo del patriarca Baltazar sigue sin a

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