Capítulo 1022
La sangre en la boca de Melchor se intensificó. Tomó una profunda respiración, se dejó empujar en la silla de ruedas y subió al auto.
Cuando llegó a la casa de la familia Hernández y vio a Silvio sentado tranquilamente en el sofá, la ira de Melchor aumentó aún más.
Ese hombre estaba perfectamente bien; podría haber ido a ver a la familia Reyes, pero, en su lugar, había decidido enviar a alguien a buscarlo. Su actitud era muy arrogante.
La presencia de Silvio era muy poderosa, pero no de una fuerza ostentosa; al ponerse frente a Melchor ejercía una presión difícil de leer.
El mundo sabía que quien gobernaba la familia Hernández era Silvio, y además contaba con un perro loco como Emilio.
Melchor, que inicialmente había adoptado una postura bastante arrogante, tragó saliva y pidió a sus hombres que empujaran la silla de ruedas hasta donde estaba Silvio.
—Señor Silvio, ¿por qué me buscó esta noche? ¿Qué quiere decirme?
Silvio ni siquiera lo miró; solo hizo una pregunta.
—¿No odias a Lorena

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