Capítulo 1089
Lorena estaba de pie en la puerta del despacho, escuchando aquellas palabras, y suspiró levemente.
Ya se había imaginado que la situación sería así, pero al oírlas de verdad, un dolor punzante le atravesó el corazón.
¿La venganza por la masacre de su familia, la muerte trágica de su madre y de su padre?
Con las manos extendidas al frente, tanteó el camino de regreso a la cama y se recostó.
No conseguía dormir; se revolvía una y otra vez, incapaz de evitar pensar en todo lo sucedido.
Por la tarde, cuando se levantó, le preguntó a Pedro si había encontrado alguna pista en el medallón de jade.
Pedro la hizo sentarse en el sofá y le dijo: —Hay unas coordenadas, parece una dirección. Ya le he pedido a Emilio que vaya.
Lorena dejó escapar un suspiro de alivio y apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo el peso de la preocupación.
Pedro levantó la mano y le dio unas suaves palmadas en la espalda. —Te dije que descansaras, pero insististe en espiar. No quería contártelo, precisamente para que no 

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