Capítulo 1125
Rubén parpadeó levemente y se levantó de golpe, enfurecido. —¿De verdad tienes que ser así? ¿Tan cruel puedes llegar a ser? ¿Acaso maté a alguien o incendié algo en mi vida pasada para que me tortures de esta manera?
Los labios de Esther se movieron, pero no pronunció palabra.
Eugenio golpeó con fuerza su bastón y exclamó con severidad: —¡Siéntate! ¡Es precisamente por ese maldito temperamento tuyo que Esther no te quiere!
Rubén se atragantó con aquellas palabras y se dejó caer lentamente en la silla.
Eugenio dirigió la mirada a Esther; sabía que era una joven de carácter fuerte y suspiró profundamente.
—Esther, Rubén sin duda te ha dicho muchas cosas hirientes antes, pero lo que siente por ti es real. Es mi nieto, y claro que tengo debilidad por él, pero, por favor, ¿podrías, por mi bien, no divorciarte por ahora? Sé que es una petición excesiva, pero en todos estos años el abuelo Eugenio no te ha tratado mal. Ahora estás sola, sin apoyo, y me preocupa que, si sales ahí afuera, termin

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