Capítulo 121
Ella se sostuvo el abdomen, con el rostro cubierto de sudor frío, y mordía con fuerza sus labios.
Después de decir esa frase, fingió que iba a desmayarse.
Yago, por reflejo, intentó sostenerla: —Gigi...
Gisela se acurrucó en su pecho, y lágrimas gruesas comenzaron a rodar por su rostro.
—Yago, perder a nuestro hijo ya es suficientemente doloroso. Por ahora, no quiero verla.
Cerró los ojos, con una expresión completamente colapsada.
Lorena, observando todo desde un lado, no pudo evitar admirar lo buena actriz que era. No extrañaba que durante tantos años hubiera manipulado a todos a su antojo.
Pero ella tampoco pensaba quedarse atrás, y miró a Yago.
—Yago, mándame al hospital psiquiátrico si quieres. Siempre ha sido así: basta con que ella ponga esa cara de víctima y todos ustedes le creen. Ya estoy cansada.
Bajó las pestañas, con una sonrisa amarga en los labios.
—Pero lo del niño no tiene nada que ver conmigo. Ni siquiera quisieron investigar y ya me condenaron. No tengo nada más que

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