Capítulo 1245
Esther se sentó a su lado, sintiendo que las piernas le dolían un poco. —No hace falta, así está bien.
Rubén, al instante, volvió a mostrarse cauteloso. Levantó la mano despacio y presionó suavemente sobre sus piernas. —En el fondo, estás molesta conmigo, ¿verdad? Puedo notarlo. Aunque mi memoria se haya detenido en el pasado, no soy un tonto.
Esther entrecerró los ojos y suspiró con alivio. —No pasa nada. En aquel entonces fue mi problema; puse mis esperanzas en ti sin consultarte. ¿No te lo dije ya? Desde tu punto de vista, realmente no hiciste nada mal, así que no tienes que ir con tanta cautela.
—Cariño, no digas eso. Me arrepiento cada día. Si no me hubiera ido al extranjero, nuestro hijo ya sería grande.
A Esther se le calentó el corazón. Ahora que la familia Vázquez estaba en problemas, realmente estaba de buen humor y no quería seguir discutiendo.
Rubén apoyó la oreja sobre su vientre.
Ella lo apartó de inmediato con la mano. —Solo ha pasado un mes, no puedes oír absolutamente

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