Capítulo 124
Apenas terminó de hablar, el guardaespaldas, enfurecido, levantó la mano y la abofeteó con fuerza.
Lorena no esperaba que se atreviera a golpearla. No logró esquivarlo y recibió la bofetada de lleno en la mejilla.
Los ojos del guardaespaldas estaban inyectados en sangre: —¡La señorita Gisela es mil, diez mil veces mejor que tú! Cuando vivías en la casa de los Flores, nos maltratabas todo el tiempo. Si no fuera por la señorita Gisela, ya habríamos renunciado hace mucho.
Lorena se sujetó el rostro; solo sentía dolor.
De verdad se preguntaba si su comportamiento en la casa de los Flores había sido tan terrible. ¿Acaso antes había sido tan cruel?
El otro guardaespaldas, al ver que Lorena había sido golpeada, no hizo nada por detenerlo. También era algo que siempre había querido hacer.
Para él, Lorena era una persona despreciable, cruel. Merecía ser tratada como una paria.
Ella esbozó una sonrisa sin decir una palabra. Pero guardó esa bofetada en su memoria.
El coche se detuvo frente al hos

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