Capítulo 212
Cuando acompañaron a Isabel a salir de la morgue, Lorena no sabía qué decir.
Quiso ofrecerse para ayudar con el funeral de Diego, pero Isabel negó y se marchó en autobús.
Lorena no insistió más. Se quedó en el lugar, repitiendo una y otra vez a Isabel:
—Si necesitas ayuda con cualquier cosa, solo llámame.
Isabel, desde la ventana del autobús, le asintió con la cabeza, y luego, agotada, se recostó en el asiento y se quedó dormida.
Lorena permaneció un rato quieta en el lugar, y luego volvió la mirada hacia Yago.
La frente de Yago estaba aún más sudorosa, y sus labios, más pálidos.
Lorena estaba a punto de preguntarle qué le pasaba, cuando, al segundo siguiente, Yago se desmayó de golpe.
Ella, asustada, lo llevó de inmediato al hospital, y fue cuando el médico le levantó la camisa que vio las cicatrices que cruzaban toda su espalda.
Eran heridas muy profundas; en algunas zonas incluso se alcanzaba a ver el hueso.
Yago era de la familia Guzmán, ¿quién se había atrevido a hacerle algo tan

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