Capítulo 224
Lorena se acercó a la cocina, abrió el refrigerador y, tras seleccionar algunos ingredientes, se puso a cocinar.
Pero al pensar en la situación de Ignacio, se distrajo un poco y, sin querer, se cortó un dedo. Era una herida muy pequeña, pero aun así sangraba bastante.
Se obligó a recuperar la concentración, insistiendo en terminar el resto de la preparación, y luego sacó el frasco, echando dentro un par de pastillas.
Lo que ella no sabía era que la puerta de esa cocina estaba especialmente diseñada: desde el interior no se podía ver nada hacia fuera, pero desde fuera era casi completamente transparente. Cada uno de sus movimientos resultaba prácticamente imposible de ocultar.
Lorena llevó a la mesa varios platillos y le sonrió.
—Señor Pedro, ven a comer.
Pedro cerró lentamente los documentos que tenía en las manos y, maniobrando la silla de ruedas, se acercó.
Lorena le colocó los cubiertos y le sirvió un tazón de sopa.
Pero Pedro no lo aceptó. Su mirada se quedó fija en la sopa sin mov

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