Capítulo 226
—Sí.
Pedro siempre había sido así de respetuoso con Don Iván.
Manejando su silla de ruedas, se acercó por detrás de Gabriel.
Gabriel ya caminaba con miedo y cautela, pero al oír el sonido de la silla, fue como un pájaro asustado por el crujido de un arco: dio varios pasos rápidos hacia adelante y no se detuvo hasta llegar a su auto. Incluso entonces, su corazón seguía latiendo con fuerza descontrolada.
Durante todos esos años, había mandado matar a Pedro en múltiples ocasiones, pero él siempre reaccionaba con la misma indiferencia. Jamás resultó herido, ni siquiera se tomó la molestia de investigar quién estaba detrás de todo.
Gabriel apretaba el volante con ambas manos, deseando salir disparado de allí para ir personalmente a preguntarle a esa maldita Lorena, qué demonios estaba pasando.
Pisó el acelerador a fondo, pero justo cuando estaba por llegar a su casa, un auto apareció de repente y le bloqueó el paso.
Gabriel ya estaba bastante alterado; pisó el freno con fuerza y su cabeza g

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