Capítulo 473
Josefina se burló fríamente para sus adentros. —Pues piénsatelo bien, mis métodos no son precisamente limpios; sólo temo que, cuando lo descubras, vengas luego a buscarme problemas. Señor Yago, por ahora estamos en el mismo barco.
Aunque al final terminasen fracasando, al menos primero tenía que arrastrar a alguien consigo para no caer sola.
A Yago no le gustaba Josefina; siempre la había percibido como una serpiente venenosa al acecho en la oscuridad, lista para asestar un golpe mortal en cualquier momento.
Y sus métodos de venganza siempre eran los mismos: pisotear, humillar, difamar, hacer que nunca más pueda recomponer su dignidad, de modo que no volviera a mirarlo desde arriba.
Eso era lo que él quería; después de todo, ¿quién mandaba a Lorena a mirarlo por encima del hombro?
—Que la dejen viva.
En cuanto al futuro, él tenía de sobra maneras de arreglárselas; nadie estaba tan dispuesto a arriesgarlo todo como él.
A Pedro le gustaba Lorena, ¿pero sería capaz de darlo todo por ella?

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