Capítulo 497
Ella estaba sentada en el auto, mirando a Pedro, que permanecía tranquilo, y esa sensación absurda de tirantez se hacía aún más intensa.
A ojos de los demás, él era como una flor intocable, alguien inalcanzable; probablemente nadie imaginaría que algún día obligaría a una mujer a casarse.
Lorena se enderezó lentamente y, cuando el auto pasó por cierta calle, de repente presionó el botón para abrir la puerta.
Pero la puerta no se abrió. Entonces, volvió a mirar a Pedro.
Estaba ligeramente pálido, sin emoción alguna, e incluso mostraba un matiz sombrío y apático.
Lorena veía cómo se acercaban cada vez más al Registro Civil, y empezó a ponerse nerviosa.
Si Pedro solo la consideraba un reemplazo, podía buscar a alguien que se pareciera más a Yolanda que ella.
—Pedro...
Intentó apelar a su razón, pero escuchó que él decía: —No pierdas el tiempo.
La implicación era clara: no importaba si ella quería o no, ni lo que hiciera, el matrimonio tenía que celebrarse sí o sí.
Lorena solo sentía una i

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