Capítulo 574
Lorena se levantó del suelo, un poco sorprendida. Cuando él entró estaba bien, ¿cómo de repente...?
Bajaron en el ascensor, Pedro no dijo una palabra, César tampoco habló.
Lorena, como una extraña, tampoco se atrevió a hablar libremente.
No fue hasta que regresaron al auto que ella tomó la botella de agua que tenía al lado y se la ofreció. —¿Quieres agua?
Pedro se recostó en el asiento trasero, su garganta se movió al tragar.
No aceptó el agua, todo su cuerpo se encontraba en un estado de profundo desprecio por sí mismo.
Lorena estaba a punto de consolarlo con unas palabras, cuando vio que varios camiones grandes legaban a toda velocidad desde lejos.
Casi por instinto, gritó: —¡César!
Él ya había pisado el acelerador a fondo antes de que ella pudiera abrir la boca.
Lorena se calmó rápidamente, miró hacia atrás y vio que esos camiones llenaban por completo la carretera; esa era la ruta de regreso a Costadorada, alguien no quería que volvieran a la ciudad.
Respiró hondo. —¿A dónde piensa

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