Capítulo 595
La dueña del hotel la recibió en el vestíbulo y la invitó a sentarse, trayendo además un cuenco de comida.
—Primero come esto, aquí dentro hay medicina para el estómago. Te ves como si estuvieras teniendo problemas gástricos.
Lorena bajó la cabeza y comió en silencio. Aunque el mundo seguía siendo confuso para ella, al menos su estómago se sentía mucho mejor.
La señora se sentó frente a ella y le aconsejó con paciencia y amabilidad: —Eres muy joven, ¿qué obstáculo no puedes superar? Cuando termines de comer, sal y da una buena vuelta, tal vez esas cosas que no logras entender de pronto se aclaren todas.
Lorena terminó todo el cuenco de comida. Sus labios estaban agrietados, con algunas fisuras visibles que parecían dolorosas.
La señora la persuadió un rato y, al notar que ella seguía ensimismada, suspiró.
—Hay mucha gente que se preocupa por ti, así que no vayas a maltratar tu cuerpo. Por cierto, antes también llamó un hombre, y dijo lo mismo que tu hermano: que cuidara de ti. No lo sa

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