Capítulo 608
El tobillo de Lorena seguía algo resentido, así que se sentó a un lado y negó con la cabeza.
Pedro entonces le pidió al gerente que trajera un poco de vino de frutas.
Alejandro observaba toda la escena, sin decir palabra en ningún momento.
Cuando entraron con varias botellas de vino de frutas, finalmente no pudo contenerse y preguntó: —¿Para qué la trajiste aquí?
Lorena tenía una copa de vino en la mano y justo iba a beber cuando escuchó a Pedro decir: —La traje para que ustedes la conozcan.
El hecho de estar dispuesto a presentar a alguien ante sus amigos dejaba ya muy claro el significado de aquello.
Alejandro también lo sabía; se levantó, algo nervioso. —No, pero ¿por qué ella? Ella...
Salvador le sujetó de la manga y, con voz calmada, le dijo: —Siéntate.
Alejandro apretó los labios y, con la mirada aguda, recorrió a Lorena de arriba a abajo, buscando algún defecto para poder gritar que ella no era digna de Pedro.
Pero, por más que intentó encontrarle alguno, tuvo que admitir para s

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