Capítulo 634
Algo no cuadraba; ni siquiera Silvio y León lograban acercarse demasiado a Titán y Ares. Excepto por él, estos perros jamás se acercaban por iniciativa propia a nadie; ni siquiera a los sirvientes que llevaban años dándoles de comer, nunca buscaban el contacto.
Pero Lorena, que no había hecho absolutamente nada, ¿por qué a ella sí?
Él miró al Fabián a su lado, con la mirada llena de preguntas.
Fabián reflexionó un momento y dijo: —Quizá sea por el suero.
Parecía ser la única explicación.
Titán y Ares habían crecido en el laboratorio; podían detectar cosas muy extrañas, cosas que a veces ni la ciencia podía explicar.
Emilio soltó un suspiro de alivio. Si Lorena podía llevarse bien con los perros, eso era lo mejor.
Mientras pensaba en ello, la oyó decir: —Hermano, ¿puedo darles mi muñeca a Titán y Ares? La quiero poner junto a su cama.
Esa muñeca era el premio de un juego que ganó en el parque de diversiones; su costo real seguramente no superaba los cien dólares.
Solo la manta sobre la

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