Capítulo 684
El hombre que estaba al frente palideció un poco, con los labios temblorosos, pero al segundo siguiente, una bala atravesó directamente su hombro.
Lorena bajó la mirada, jugando con la pistola en su mano. —Piénsalo bien antes de abrir la boca. Mañana por la mañana la policía vendrá aquí; cuando lleguen, todavía podrás conservar la vida. Pero si logras que me ponga de mal humor, ustedes solo podrán servir de alimento para los perros.
Tras decir esto, Titán y Ares ladraron varias veces de manera coordinada.
Todos los presentes sabían perfectamente lo feroces que eran esos dos perros, capaces de arrancar de un mordisco el brazo de una persona. Nunca habían visto animales así.
La cara del hombre volvió a palidecer, cerró los ojos lentamente y apretó los dientes.
—No lo sé. Ese hombre era muy misterioso, y nunca era el propio jefe quien venía a contactarnos. Nosotros solo recibíamos órdenes. Solo sé que esto tiene algo que ver con la familia Martínez de Costadorada. Nunca he estado en Costa

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